Al otro lado de la cordillera, fuimos a Bariloche, donde había varios que haceres, llenar nuestra despensa (con mercadería extranjera), adaptarnos al cambio de moneda como también al acento argentino con su conocido “che” y “pibe”. La Sra Malva no quedo libre de desafíos, ahora debia movilizarse con gasolina de distintos octanos y valores (afortunadamente bastante más económica que en Chile). Ahí pasamos la noche, a orillas del lago Nahuelhuapi disfrutamos de la partida del sol hacia el otro lado (por la corillera) y de la hermosa luz de la luna llena.
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